En julio del 2009 fuimos con mi amigo Javier para Mendoza. La verdad es que siempre que viajamos tenemos buena suerte con el clima, nos tocan los días más fríos del año. Salimos de Buenos Aires un miércoles a eso de las 4 am y llegamos a Puente del Inca a eso de las 6 de la tarde.
Para nuestro placer visual, estaba todo nevado y las cascadas formadas, aunque luego un escalador de potrerillos nos dijo que les faltaba hielo, otra nevada más tal vez.
Ni bien cayó el sol por sobre las montañas, la temperatura bajó rápidamente (esto sería una constante en este viaje). Dormimos sobre los durmientes del tren, bajo un cobertizo de chapa.
Nos metimos en las bolsas de dormir con bastante abrigo, pero aún así pasamos frío. Cada 1 hora o 2 nos despertábamos. Después nos enteramos que esa noche hizo 20 bajo cero.
Al amanecer, esperamos a que el sol saliera por encima de las montañas para que nos calentara un poco. Armamos el trineo con el equipo de escalada y nos fuimos para las cascadas. Esta 1ra caminata nos sirvió para practicar un poco como tirar del trineo de a uno por vez. En las cascadas el hielo estaba muy duro y costaba poner los tornillos. Escalamos un solo largo y nos pegamos la vuelta, ya que además hacía mucho frío. Esa noche dormimos en el hotel de los cazadors de montaña, muy recomendable. Antes de acostarnos preparamos equipo y comida para ir a la quebrada del Matienzo.
Al otro día fuimos para Las Cuevas y ahí empezó nuestra tirada con el trineo. Es interesante ver cómo el mecanismo de tiro, totalmente improvisado nos resultó muy útil. Voy a explicar de que
se trata, por si a alguien le sirve. El trinero en realidad no es de tiro, sino es un trineo liviano de plástico para hacer culipatín. Para acondicionarlo, lo primero que hice fue hacerle algunos agujeros en el borde para pasarle un cordín que servirá para atar la mochila y tirar.
Como línea de tiro usé un cordín de 10 metros x 4mm de escalada (320 kg resistencia aprox). Creo que el diámetro fue el indicado, ya que es un cordín de bajo peso y una resistencia acorde a su uso.
En la punta del trineo armé con un as de guía un triángulo de fuerza sin equilizar. La punta sobrante la até al trineo con un nudo corredizo simpre y algunas vueltas. Luego en la práctica
nos dimos cuenta que este simple mecanismo nos iba a servir para frenar al trineo en las bajadas, ya que el trineo tiende a deslizarce más rápido de lo que caminamos y al pasar sobre el cordín este hace de freno natural.
Cómo heramos 2 personas, a Javier se le ocurrió armar el tiro con un triángulo equilibrado que nos permitía elegir sobre el terreno si caminábamos juntos o lo hacíamos uno atrás del otro (cuando la pendiente era más fuerte). Esto también permitía aprovechar mejor el impulso de los dos en beneficio del avance del trineo.
Luego atamos cada línea de tiro a nuestros arneses de escaladas. En el caso de Javier su arnés tiene una anilla atrás. En el mio fabricamos una anilla con un pescador doble y un cordín.
Para mover el trineo hicimos de todo ya que según el tipo de nieve (polvo, dura) y la pendiente, tuvimos que probar distintas técnicas.
Para bajar:
- Poner el trineo de cola y bajarlo controlando su avance con el cordín. Dado que la cola tiene un ángulo de 90 grados tiende a enterrarse y frenarse. Para destrabar el trineo solo hay que pisar la punta, la forma curva hace que el trineo se desentierre sin esfuerzo.
- Poner el trineo de punta y darle un empujoncito. En pendientes suaves y abiertas era un placer ver como el trineo y la gravedad hacían todo el trabajo por nosotros.
Para subir:
- Poner el trineo de frente a la pendiente, posicionarse uno atrás de otro y tira coordinadamente. Si no se pone el trineo de frente a la pendiente, este se da vuelta y se hace más dificil.
- Cargar el trineo en la espalda, usando la mochila. Lo hicimos en un tramo que no había nieve. Por eso es recomendable poner la mochila con el espaldar hacia arriba, asi no se pierde tiempo en esta maniobra.
Para atravesar pendientes(esta maniobra fue la más dificil de todas, ya que el trineo se da vuelta):
- Uno delante del trineo tira caminando por arriba de la línea de avance del trineo. El otro de atrás posiciona al trineo usando la riñonera de la mochila. El que va atras se cansa mucho.
- Rodear la pendiente subiendo por el gradiente y luego bajando.
Luego de unas 5/6 horas de caminata y cruzado subidas, bajadas, llanos y pendientes, llegamos a la base del Matienzo. La mejor parte para avanzar es por arriba del arroyo congelado, aunque esto pone un poco a prueba los nervios. Es realmente un placer caminar sin siquiera sentir el peso del trineo.
Armamos la carpa y nos metimos rápidamente en las bolsas de dormir ya que cuando baja el sol el frio se hace presente. En este viaje se nos helaron manos y pies varias veces... Esa noche también hizo mucho frío. Dormimos con todo lo que teníamos puesto y aun asi sentimos algo de frío.
Por la mañana el termométro marcó 8 bajo cero adentro de la carpa. Esperamos a que saliera el sol para levantarnos, desayunamos, preparamos el equipo y fuimos a escalar a un corredor de nieve que estaba en el filo del Matienzo. La escalada estuvo buenísima, fueron unos 3 largos en total, la nieve por momentos estaba dura (solo se clavaban las puntas de los grampones) y por momentos te enterrabas hasta la cintura.
Para mi la escalada comenzó con algunas dudas, ya que al principio la nieve hacía ruido a seco y luego la pendiente se ponía empinada y la nieve endurecía por momentos. Calculo que serán max. 60 grados, pero no estoy seguro. En esos momentos uno se olvida del frío y del cansancio, todo lo que cuenta es ir para arriba, analizar el terreno sobre la marcha, buscar el mejor lugar para montar la siguiente reunión, estar atento a cuando se termina la cuerda, etc. Cuando se llega a la seguridad de la reunión, aparece nuevamente el frío y las dudas. Por eso la experiencia es algo invalorable, fortalece todos esos puntos débiles.
Es increible como en poco días uno pasa de estar en su casa con todas las comodidades básicas garantizadas a exponerse a situaciones donde las prioridades básicas van rotando según las circunstancias. Cuando se escala, no existe otra cosa más que la escalada. En el campamento, la prioridad es acostarse y comer antes que baje el sol. En la carpa, dentro de la bolsa de dormir, la prioridad abrigarse y descansar. Por la mañana, la prioridad es desayunar abundantemente y prepararse para el día de actividad. En la ciudad en cambio, donde uno tiene garantizadas estas necesidades básicas, las prioridades y el ritmo de vida se ven marcados por otros factores. La montaña marca un ritmo básico y simple, al que hay que saber comprender y adaptarse para pasarla bien. Despierta un juego de conocimiento y aventura, donde uno de los factores más importante e invisible a la vez es el compañerismo. Sin este, no se llega a ningún lado. Por algo forma la esencia del espíritu de la montaña. Los tiempos cambian, hoy el equipo y las técnicas de escaladas evolucionaron enormemente, pero lo escencial, cosas como la aventura, la exploración y la camaradería siguen siendo para mi la piedra anular de esta actividad.
Al otro día amaneció nublado y con algo de viento. Estábamos cansados, desarmamos el campamento, armamos el trineo y a tirar, pero esta vez para abajo. Bajamos en 2:30 horas, yo personalmente pasé un poco de frio, aunque como dije antes eso fue una constante del viaje. Bajamos hasta puente del inca, nos comimos unos panchos con jugo de naranja y dormimos en el hotel de los Cazadores para recuperar fuerzas.
El último día fue de diversión. Javier se dedicó a hacer snowboard y probar la dureza de la nieve con distintas partes del cuerpo. Yo hice lo mismo, pero con esquies.
No hay comentarios:
Publicar un comentario