lunes, 26 de julio de 2010

Refugiados: empezando por el principio

El sábado pasado junto con Nahuel y los chicos del clan de mi viejo y querido grupo scout hicimos una charla sobre refugios. Esta fue una de las cosas de las que conversamos:

Si bien hay un montón de técnicas p/construir refugios, es interesante mirar algunos principios básicos. Entender las cosas desde sus principios abre más posibilidades a la hora de resolver problemas que conocer las recetas del cómo. En una zona agreste los recursos con los que contamos son limitados, pero por otro lado, tenemos nuestra cabeza que nos sirve p/pensar, y conocer los principios nos permite ser más creativos.

Uno de los principios es entender para qué necesito un refugio. Esta es una pregunta muy interesante, porque implica hacer una lectura del escenario. Y qué tengo que mirar? Bueno básicamente que riesgos tiene el entorno para mi o mi grupo.

Para eso hicimos el ejercicio de mirar entre todos este video, para cada refugio identificar los riesgos del escenario y debatimos de qué riesgos me protege el refugio y de cuales no.



Los chicos improvisaron algunos refugios, luego Nahuel presentó un montón de técnicas p/construir refugios y volvieron a repetir el ejercicio de construir uno. La verdad que la 2da vez lo hicieron con menos materiales, más simple, en menos tiempo y lo que es importante, los protegía mejor de los riesgos que planteaba el ejercicio.

Después mostramos algunas fotos y contamos algunas experiencias:


Por ejemplo en una zona cómo esta, donde el viento empieza a soplar y las nubes a subir, podría tener los siguientes riesgos:
  • De perderme, por la disminución de la visibilidad.
  • De enfriarme, por el descenso de la temperatura y el viento.
  • De no poder cocinar, comer y tomar agua, por lo expuesto que estoy.
Si bien los riesgos se pueden prever, en este caso con orientación, equipo y comida adecuados, o evitando esta situación vamos a hacer de cuenta que ya hicimos el trabajo de prevención y estamos en el baile.

Cómo dijimos antes, tenemos recursos limitados, por lo que es importante priorizar de alguna manera los riesgos para elegir qué problemas vamos a resolver primero. Algo que ayuda a priorizar es hacer 2 distinciones importantes de un riesgo: probabilidad de ocurrencia e impacto. La probabilidad de ocurrencia tiene que ver con la probabilidad que el riesgo se materialice, es decir, que deje de ser un riesgo y pase a ser algo real. El impacto es el daño que me causaría el riesgo cuando se haga realidad. Volviendo al ejemplo:
  • De perderme, por la disminución de la visibilidad.
    Probabilidad de ocurrencia: media, ya que la zona tiene líneas naturales marcadas
    Impacto: gasto innecesario de energías y empeoramiento de la situación.
  • De enfriarme, por el descenso de la temperatura y el viento.
    Probabilidad de ocurrencia: alta, ya que el clima está empeorando, va a nevar y se está haciendo de noche.
    Impacto: El siguiente paso después del enfriamiento es la hipotermia leve y crónica en este caso, si empeora voy a perder mi capacidad de coordinación motriz y de pensar.
  • De no poder cocinar, comer y tomar agua, por lo expuesto que estoy.
    Probabilidad de ocurrencia: baja, ya que tengo algo de agua y comida que no requiere cocción en la mochila
    Impacto: No tomar agua es más grave que no comer. La falta de agua favorece el enfriamiento y la hipotermia.
Y que problemas debería resolver primero? Los de mayor impacto y probabilidad de ocurrencia, ya que esto es el arte de lo posible. Si puedo resolver todos, desde ya que es mejor. Pero es importante focalizarse para garantizar que al menos vamos a resolver las cosas más graves primero.

En este caso tuve la suerte de encontrar una piedra cómo esta, donde pude hacer un vivac para pasar la noche (fundamental el aislante p/aislarse del piso).


Al otro día, amaneció así:



y el escenario se transformó en esto, un lugar increíble p/caminar después de un buen desayuno:



Una cosa más, esto es algo dinámico, ya que el escenario y nosotros vamos cambiando a medida que pasa el tiempo, lo cual agrega un condimento más este hermoso problema de visitar zonas agrestes.

saludos!

domingo, 13 de junio de 2010

Entrenando al mostro en búsqueda

Quería contarles cómo es que empecé a entrenar a mi perro a buscar cosas. La verdad que fue bastante fácil, ya que es un perro que aprende muy rápido cuando algo le interesa.



Lo importante es encontrar un objeto que le interese. El otro día cuando volvía a casa, saqué de la mochila una remera que había usado durante el día y vi que le llamó la atención. Su postura cambió, paró sus orejas, todo su cuerpo se alineó en dirección a al remera y no le sacaba la vista de encima.

Así que aproveche ese momento para pedirle que se siente, moviendo la remera por encima de su cabeza (eso lo hace sentarse). Después fui hasta el dormitorio y la dejé ahi. Cuando volví, el seguía sentado y cuando le señalé al dormitorio salió corriendo para buscarla.

Luego repetimos el ejercicio un par de veces más, pero escondiendo la remera en lugares un poco más difíciles.



Cuando se pone más difícil la búsqueda le cuesta un poco más encontrarla, pero de todas formas lo hace!

Estos videos los grabamos en la 3ra sesión que hicimos. La verdad estoy muy lejos de conocer sobre el tema, pero creo que algo importante para empezar es encontrar un objeto que le llame la atención y hacer del entrenamiento un juego divertido para él. Por eso es muy importante alentarlo y felicitarlo. También sirve empezar por algo fácil y de a poco ir haciendo ejercicios un poquito más difíciles.

Niceto, como boxer, pertenece a una raza de trabajo que necesita desafíos psicológicos y físicos, por lo que este tipo de actividades son muy sanas para él.

sábado, 5 de junio de 2010

Hogwarts de socorrismo en zonas agrestes



Hace unas semanas pasé 9 días en lo que sería el Hogwarts de socorrismo en zonas agrestes ( t > 2hs a un centro de tratamiento definitivo). Con amigos de distintas partes del país y de Chile nos internamos en un camping en Colonia Suiza, Bariloche para aprender sobre primeros auxilios en zonas agrestes (http://www.ecomed.org.ar/template.asp?F=cursos/cse_wfr&ID=cse_wfr).

La verdad fue un curso intenso, había que levantarse tipo 8 p/desayunar, 9 en punto empezaban las clases hasta las 6/7 (parábamos p/comer y relajarnos un poco al mediodía). Luego cada uno usaba su tiempo como mejor prefería. Yo generalmente aprovechaba el resto del día para hacer la tarea, cenar, estudiar lo aprendido en el día, apoyar la cabeza en la almohada y desmayarme. Pero la cosa no paraba ahí, todas las noches soñe los sueños más locos con los temas del curso.

Las prácticas y simulacros que hicimos fueron lo más, me permitieron ver rápidamente en qué me equivocaba y aprender de mis errores. El nivel de los instructores fue excelente. En resumen, para mi es un curso muy recomendable para cualquiera que hace actividades al aire libre. El simulacro final fue espectacular. Los pacientes estaban maquillados y producidos de una manera muy convincente. Había fracturas expuestas, sangre, hipotermia, quemaduras, un pulmón perforado, un dedo amputado, congelaciones, etc.

El caos de la situación hizo que pareciera una película de acción. Para mi fueron 30 minutos donde no sentí frío ni cansancio, para los relojes como 5 horas nocturnas en la picada al Laguna Negra.

Siempre me sentí un incompetente en el tema 1ros auxilios. Si bien me tocaron algunos accidentes (un amigo tuvo una lesión inestable de tobillo al caerse una piedra que servía de anclaje natural, una vez hicimos un traslado de unos 10km en camilla de una chica que tenía ampollas y no podía caminar, me encontré con 2 chicos en una tormenta con enfriamiento / posible hipotermia leve, también me fracturé el peroné en una caída), la verdad que por suerte ninguno fue grave (no se comprometía la vida del paciente). Por otro lado, por practicar actividades al aire libre, sentía que tenía una cuenta pendiente por capacitarme en este aspecto.

En este curso me sentí cómo si fuese una esponja. El hecho de no saber nada de antemano me facilitó el aprendizaje, ya que no tenía ningún pre concepto.

En algunas prácticas, sobre todo en el simulacro final, me sentí por momentos paralizado. La recreación de la situación fue tan real y estaba tan compenetrado con el ejercicio, que las emociones al ver un paciente de gravedad también fueron reales. Si bien frente al pizarrón podía responder rápidamente los signos y síntomas de un problema, en el simulacro me costó pensar y resolver problemas con rapidez.

Aprendí herramientas y criterios para resolver de la mejor forma posible situaciones en el campo con recursos limitados. Es extraño, pero superar la etapa de aprendizaje me dejó una sensación agradable. Me siento contento conmigo mismo por haber hecho mi mejor esfuerzo por aprender y por ver el resultado en mi propio aprendizaje.

Por otro lado, esto es solo la punta de iceberg, ya que para ser realmente competente se requiere mucha experiencia y práctica, pues todas las situaciones de accidente son distintas y requieren capacitación e ingenio.

Espero no tener que usar nunca las cosas que aprendí. Pero si llega el momento, eso uno no lo puede elegir, me siento capaz de hacer un aporte valioso y de poder ayudar a otros.

Alguien no entendió?
Alguien no está listo?
(chiste interno)

domingo, 21 de marzo de 2010

Día 6 - Regreso al Chalten



Ese día nos levantamos sin horario, desayunamos y desarmamos el campamento con mucha tranquilidad.

Empezamos a caminar despacio, para dejar que el cuerpo entre en calor y duelan menos los músculos y las ampollas. Ese día no podía contar mucho con mi rodilla derecha para bajar, asi que fui caminando despacio, ayudándome con los bastones. Se hizo un poco largo y no avanzamos al ritmos de los días anteriores. Pero llegamos al Chalten, contentos y cansados.

Día 5 - Laguna Ferrari, Laguna Toro



Normalmente se va del Circo de los Altares a la laguna Ferrari en un día y al siguiente a la laguna Toro. Nosotros en cambio decidimos hacer ambos tramos en una jornada ya que para el último día el pronóstico prometía ser desfavorable. Además, según el mapa, no parece que ambas lagunas estén muy lejos.



Hasta salir del hielo el terreno es totalmente plano y cada vez con menos nieve.

Por suerte para nosotros, la noche anterior hizo frío y la nieve estaba dura. Al salir del glaciar, hay que atravesar una morrena grande y muy accidentada. No es un lugar muy agradable para caminar, ya que hay piedras, en algunos casos muy grandes, sobre el hielo en pendiente que se mueven con solo tocarlas.



Saliendo de la morrena hay unos bloques de hielo gigantes, grandes como una casa en algunos casos, que están completamente descolgados del paisaje. Esos bloques llegan ahí porque durante el deshielo se forma una laguna en diques naturales y se forman desprendimientos del glaciar sobre la laguna. Cuando el agua rebalsa, estos se vacían y los bloques de hielo que estaban flotando, tocan el suelo.

De ahí en adelante el camino va por piedras, pasando por la laguna de los esquíes, donde vimos unos patos, hasta la laguna Toro. En este lugar tomamos contacto con las primeras señales de vegetación, musgo verde y algunas flores.

En total fueron 5 horas que recompensamos con una picada. Después de comer, subimos unos 300 metros hasta el Paso del Viento y comenzamos la eterna bajada por la ladera de acarreo del cerro Huemul. Luego cruzamos el glaciar Túnel, la tirolesa del río Tunel, una pequeña trepadita, un destrepe que asusta más de lo que parece, rodeamos el lago Túnel y llegamos al campamento después de 4 horas.

Durante el camino nos cruzamos con Facundo, que trabaja como coordinador de turismo en el Chalten y nos convidó unos mates mientras preparábamos el campamento.

Esa noche me sentía contento y cansado. Contento por haber finalizado las dificultades de la travesía, por mi rendimiento, por la experiencia. Creo que al sentirme en un lugar seguro, me relajé y sentí todo el cansancio de los días acumulados.

domingo, 14 de marzo de 2010

Día 4 - Circo de los Altares



Supuestamente este iba a ser un día tranquilo, ya que caminaríamos en plano, sin desnivel, con un poco de precipitación y viento. La noche pasada no fue lo suficientemente fría, así que la nieve estaba blanda, a tal punto que te enterrabas bastante con las raquetas al caminar.

Por la mañana y durante todo el recorrido, tuvimos nubes negras y amenazadoras desde el norte que venían hacia donde estábamos.



Durante este trayecto, traté de mantener el ritmo que llevábamos para llegar antes al campamento, a pesar de que la nieve blanda me invitaba a frenar con cada paso. Sentía las piernas cansadas, pero sin embargo, me esforcé a fondo. Luego de caminar 1 hora, caminamos 2, 3 y 4 hasta que con un poco de lluvia y viento llegamos a la morrena y armamos la carpa.

Mientras caminaba, solo miraba mis pasos, me concentraba en mis pasos para olvidarme del esfuerzo. El sol con las nubes creaban formas extrañas en el hielo. Por momentos veía como si se levantaran paredes de nieve a los costados. Yo sabía que no estaban, porque estábamos en un lugar totalmente plano en varios kilómetros a la redonda. Así que cada tanto, levantaba la cabeza al horizonte para volver a la realidad. Este efecto visual, se producía en el rabillo del ojo y creo que se debe al hecho de caminar con la cabeza baja mirando siempre lo mismo.


Al llegar a la morrena, buscamos y preparamos un lugar para armar la carpa. Tuvimos que quitar las piedras grandes, picar un poco el hielo para nivelar el suelo, construir un muro de piedras para el viento y finalmente armar la carpa. Por suerte toda esta actividad nos ayudaba a mantenernos en movimiento y no sentir frío. En total nos llevó 1 hora y media armar la carpa.

Cuando finalmente me metí dentro de la bolsa, dormí una siesta recuperadora. Mientras tanto Luis salió y entró varias veces a la carpa, pero yo ni me enteré.



Por la tarde el cielo se despejó y pudimos ver a impresionante cara oeste del Torre, todas las agujas y glaciares circundantes. No le queda chico a este lugar el nombre de "Circo de los Altares".

lunes, 8 de marzo de 2010

Día 3 - Gorra Blanca



Me acuerdo que durante la noche sopló mucho viento. Como dormía en un catre colgado de una de las paredes del refugio, este se sacudía con el viento y me despertaba seguido. Ese día nos despertamos a las 6. Cómo estaba nublado, terminamos levantándonos tipo 7. Desayunamos, preparamos la mochila con grampones, jugo, algo para comer, campera de abrigo, cubre pantalón. El resto iría todo puesto.



Remontamos a ritmo constante el glaciar del Gorra Blanca hasta llegar al col. Pasé frío ya que estaba transpirado y soplaba un brisa helada. Durante el trayecto estuvo siempre nublado. En el col nos abrigamos para comer algunos chocolates y ponernos los grampones. Por suerte el cielo se abrió, así que junté coraje para sacarme la campera y seguir subiendo.



De ahí en adelante, las ascensión era por hielo / nieve dura, en 10 puntas, subiendo en sig sag, buscando la pasada más sencilla entre la forma de torta de crema que tiene esta parte de la montaña.



Luego en el filo, tuvimos que buscar la pasada y la encontramos en una mini chimenea inclinada. A continuación seguimos el filo lo más lejos posible de la cornisa. Desde abajo la cumbre se veía partida en dos por una grieta. Subimos a la primera y desde ahí encontramos detrás de esta una pasada a la cumbre verdadera.



El día estaba completamente despejado, el cielo era azul y limpio, desde ese punto pudimos ver todas las montañas que nos rodeaban y la inmensidad del hielo continental. Fue un momento de mucha alegría.



Bajamos con mucho calor. La nieve se empezaba a deshacer con los rayos del sol. En el col almorzamos una picada con una paisaje único. Nos calzamos las raquetas y seguimos viaje al refugio. En total fueron 9 horas de frío, calor y emociones.

Antes de salir al Gorra Blanca, sentí dudas, miedo. Estaba nublado, oscuro, sabía que iba a pasar frío. Tuve que juntar coraje para dar el primer paso y salir de la comodidad del refugio. Un consuelo era pensar que de esa forma, tendríamos menos comida para cargar los próximos días, jaja.



En contraposición, al volver de la cumbre sentí una satisfacción muy grande, la de elegir un desafío y empeñarse a fondo para conseguirlo. Esto es algo muy lindo, soñar con algo y transformarlo poco a poco, paso a paso, en realidad. Caminar es hacer, une el pensamiento con la acción (frase de Messner).

Día 2 - Paso Marconi



Nos despertamos tipo 7 /7:30, desayunamos, desarmamos la carpa y empezamos a caminar a eso de las 9. Esa noche hizo viento y llovió un poco. Para ese día el pronóstico prometía algo de lluvia y viento. Decidimos salir igual y apretar un poco (eso es costumbre en el Chalten), ya que mañana iba a ser un día excelente y queríamos aprovecharlo para subir al Gorra Blanca.

Después de caminar un rato, faldeamos la morrena, nos pusimos los grampones y nos montamos al glaciar Marconi. La mayor dificultad fue encontrar un buen lugar de pasada. Sobre el glaciar, empezó a lloviznar y a soplar viento. Creo que estuvo así hasta que salimos del paso Marconi.

En el cambio de pendiente, tuvimos que hacer una travesía delicada en un slab (laja de roca inclinada y lisa). Había que apoyar la punta de los grampones sobre mini repisas y confiarle al equilibrio, algo que tengo que aprender a hacer. Hicimos todo el paso de roca con grampones, buscando en las imperfecciones de la piedra para avanzar con seguridad. Finalmente nos volvimos a montar al glaciar por un lugar bastante agrietado y con pendiente. Salimos del paso Marconi y caminamos casi sin parar hasta el refugio chileno.



Este día fue bastante agotador, ya que el recorrido es largo y siempre en subida. En total fueron 6 horas y media de esfuerzo continuo. La última parte, del paso al refugio, tiene menos pendiente, son 4km que hicimos con raquetas y se me hicieron largos. A partir de aca, caminaríamos siempre encordados hasta salir del hielo.



En el refugio encontré unos patucos hechos de material aislante (usado en las paredes del refugio) que me calentaron los pies de maravilla.

Desde este lugar se tiene una vista increíble de la inmensidad del hielo continental. Siesta reparadora, cena y a dormir.

Día 1 - Piedra del Fraile


Me levanto temprano tipo 7 para hacer las cosas con tiempo y tranquilidad. Aproveché para darme una ducha y estirar hasta el final los momentos de comodidad. No tenía que preocuparme por la mochila, ya que la noche anterior había dejado todo preparado. Desayuné en el hostel un café con leche con tostadas y jugo de naranja. Mientras desayunaba, repasaba mentalmente la lista de cosas que llevaba.

A las 9 me encontré con Luis, mi compañero y guía de la travesía y tomamos un remís hasta el río eléctrico. Empezamos a caminar bordeando el río. Mientras tanto fuimos hablando de cómo es la vida en el Chalten, equipos, escaladas (muy buenas) que hizo la gente local, etc.

Nuestra primer parada sería Piedra del Fraile, un camping comedor organizado donde tendríamos que pagar peaje, ya que pasaríamos por terrenos privados. Luis me contó que antes estaba el gaucho Sergio, un personaje de la Patagonia que cuidaba de la zona, típico gaucho de campo. Guarda del que se atrevía a pasar sin pagar. Si te pescaba en el intento, te iba a buscar con el caballo y te sacaba a rebencazos. Si en cambio, lo tratabas con respeto, nunca te negaba un mate. Dicen que si te agarraba él, tenías que sentirte afortunado, ya que era mucho peor si te agarraba la señora.

Después de 1 hora y media llegamos a Piedra del Fraile, donde Guillermo y su señora nos convidaron unos mates muy amablemente. También nos invitaron a comer nuestro almuerzo en su restaurante.

Luego de almorzar, seguimos caminando hacia La Playita. En el camino, nos sarandeó un poco el viento. Tuvimos que vadear el arroyo Polone, el agua estaba helada, a los pocos segundos de meter las patas ya te dolían. Finalmente llegamos a la playita después de 3 horas. Esa noche comimos polenta con sopa de zapallo, muy buena.

domingo, 14 de febrero de 2010

El espíritu del deporte



Ayer a la noche estuve caminando por Corrientes para buscar unos libros. Revolviendo entre la gente y las librerías, encontré un libro sobre el deporte, de esos que son para regalar.

Era de pocas páginas, con poco texto, pero con frases muy profundas. Una de sus secciones recopilaba pensamientos de distintos deportistas sobre el espíritu deportivo. Encontré una que me llamó la atención:

Están los que llevan amuletos o se hacen promesas.
Los que imploran mirando al cielo y los que creen en supersticiones.
Y están los que siguen corriendo, cuando las piernas le tiemblan.

Están los que siguen jugando cuando se les acabó el aire.
Los que siguen luchando cuando todo parece perdido.
Ellos están convencidos de que la vida es un desafío en si misma.

Sufren pero no se quejan, saben que el dolor pasa,
el sudor se seca, el cansancio se termina…

Saben que hay algo que nunca desaparecerá:
La satisfacción de lograr un sueño.

Sus cuerpos tienen la misma cantidad de músculos.
Por sus venas corre la misma sangre.
Lo que los hace diferentes es su espíritu
y la determinación para alcanzar la cima.
Una cima a la que no se llega superando a los demás.
Sino superándose a uno mismo.

Para cualquier viaje a la montaña hace falta equipo, entrenamiento, corazón y cabeza. En mi caso, este tipo de lecturas ayudan a fortalecer las últimas. Fue bueno encontrarme con este libro, sobre todo ahora que estoy preparándome para hacer un viaje a los hielos continentales.

saludos!