domingo, 30 de octubre de 2011

Recorrer la naturaleza a pie



Es probable que estas palabras puedan pertenecer a varias personas. Se trata de la experiencia de recorrer espacios abiertos y las posibilidades que nos ofrece la naturaleza cuando decidimos acercarnos desde muy cerca. Recorrerla a pie deja pequeñas huellas, no solo en el suelo, sino también debajo de la piel.

Los espacios abiertos son realmente grandes, en muchos sentidos. La naturaleza es tan inmensa, tan amplia, que es capaz de ofrecer a cada persona una experiencia distinta.

Acá no podemos imponer nuestras reglas, si queremos llegar lejos, necesitamos aprender a adaptarnos a los ciclos del día, de la noche, del viento y de las tormentas. Ese dominio que la naturaleza ejerce sabiamente sobre todas las formas de vida, nos hace ser también parte de ella.

También necesitamos aprender a conocernos, poder mirarnos hacia adentro y ver que sentimos con cada desafío que nos propone. Para sobrevivir en entornos tan salvajes dependemos de otros, nos necesitamos, así que el grupo, o la manada, se transforma en una figura que tenemos que aprender a cuidar tanto como las plantas que riegan todos los días las abuelas. Grandes amistades y anécdotas nacen de las experiencias en zonas agrestes, de aquellas para contar a nuestros nietos.

Adaptarnos implica aceptar que somos parte de algo más grande. Los que vivimos en las grandes ciudades, corremos el riesgo de desconectarnos de nuestro ritmo natural. Recorrer la naturaleza a pie nos vuelve a lo más simple de nuestro ser.

Contemplar un atardecer, ver como la luz del sol pinta de distintos colores los relieves, es algo que nos conecta con la inmensidad que nosotros también llevamos dentro.

El azar y la belleza se saben combinar muy bien para nunca dejar de sorprendernos.

La naturaleza nos ofrece un gran terreno sobre el que podemos escribir nuestra historia. Donde podemos descubrirnos en situaciones nuevas y diferentes. Es tan mágica que sabe como estimular nuestra capacidad de asombro y disfrute.

Qué esperás para salir de casa y recorrer la naturaleza pie?

sábado, 29 de octubre de 2011

Buenas trazas

Hoy termina un muy bien viaje. Hace unos meses no me hubiese imaginado que iba a estar recorriendo los cerros del Chalten con esquíes, era algo que veía demasiado lejano para mi. Pero sin embargo, casi como sorpresa, pasó.

Cuantas emociones se sienten sobre las tablas. Las primeras noches antes de salir casi no podía dormir de la ansiedad. Me acuerdo que en uno de mis primeros viajes, cuando tenía 16 años, armé la mochila 6 meses antes salir con amigos a los refugios de Bariloche. Hoy vuelvo a sentir esa emoción y esas ganas de andar por espacios abiertos y nevados.

Recorrer las montañas con esquíes es algo que no solo deja huella en la nieve virgen, sino también debajo de la piel. Como contarle a mi gente lo que se siente? Quizás la música y las imágenes puedan ayudar:


Creo que este viaje fue posible gracias a la ayuda de varios amigos que me mostraron cosas que no sabía. Musicalmente tengo que agradecer a Leo, por enseñarme no solo a tocar la guitarra, sino también a expresarme mediante la música, lo cual no es un trabajo fácil teniendo en cuenta las limitaciones de mis dedos. Y a Jerry y Lio, por mostrarme este tema de Joe Hisaishi. Escucharlos tocar con la guitarra fue lo que me dio el impulso para intentarlo.

Y en lo que se refiere al esquí, todo empezó hace un par de años cuando hice una salida de esquí de travesía al Frey con mi compañero Luis, con quien fuimos a esquiar a uno de los lugares más increíbles del Chalten. En el camino, aparecieron otros compañeros que me enseñaron y con quienes compartí muy buenas salidas también, como Julian, Juan Pablo y en está última Ariel y Erik.

A donde me llevarán las tablas? Creo que más lejos de lo que pueda imaginar...

como dicen por ahi: buenas trazas!

domingo, 16 de octubre de 2011

Inspiración


Preparando el prox. viaje al Chalten, me encontré en el libro 3x3 avalanchas de Werner Munter, un texto de mucha inspiración:

El alpinismo en su faceta de máxima perfección no es un deporte de competición, a la imagen de nuestra sociedad de rivalidades y competitividad, es una actitud alegre, libre y lúdica, alejada de los problemas, las obligaciones y las pequeñeces de la vida cotidiana.

Practicar alpinismo como un juego significa:

Retornar a la naturaleza, simplemente a pie.
Practicar un turismo silencioso que sólo deja huellas en el suelo.
Desarrollar la personalidad hasta los límites más insospechados y dejar que se revelen nuestras capacidades adormecidas.
Buscar el camino en un entorno virgen y salvaje y encontrarlo en un desierto fascinante de hielo y roca.
Dejar que el viento acaricie el rostro, resistir al frío, al calor, y plantar cara a los más violentos temporales.
Formar parte del ritmo de los días y las noches.
Entrar en resonancia con elementos esenciales como la luz, el aire, el agua, y la tierra.
Contemplar la bóveda terrestre estrellada y perderse en la amplitud, la profundidad y el silencio de estos espacios infinitos.
Permitir que las rocas nos cuenten la historia inmemorial de nuestra tierra hasta que se abran los abismos vertiginosos del tiempo y del espacio.
En el reino hostil de los cristales y los minerales, descubrir las primicias de una vida vegetal, acercarnos a la esencia misma de la existencia de nuestro pequeño planeta frente al vacío infinito y glacial del universo.
Inspirar, dejar que penetren la tranquilidad y el silencio, soportarlos, soportar el aislamiento y dejar volar el espíritu.
Confrontar las propias fuerzas con entusiasmo a las dificultades que cada vez parecen mayores, probar el sabor picante del peligro y, acá o allá, permitir que la vida penda de un hilo de seda...

Es una palabra:

Saborear la vida en su forma genuina, asumir su intensidad y su fuerza.
Será acaso esto la felicidad?