lunes, 30 de abril de 2012

Casi Strahlhorn, un 4000 en Suiza

Viernes 5 am. Hoy empieza una nueva aventura, una salida de 3 días por los alpes Suizos con el club alpino de Austria. Mientras espero a Werner al costado del camino empiezan a aparecer las primeras luces. El día empieza a mostrarse y la aventura irá haciendo lo mismo.

Después de unas 9 horas de viaje en micro llegamos a Saas Fee, un pueblo / centro de esquí rodeado de montañas y glaciares. En el viaje fui conociendo algunas de las personas con las que andaríamos estos días. La gente es muy amable, a pesar del idioma algunos se acercan para conversar un poco en inglés, alemán y español.

Después de subir con la góndola llegamos al refugio

y a este lugar increíble. Al fondo se ve el Strahlhorn, un cerro que intentaremos mañana.

5 am se sirve el desayuno. Afuera se escucha el viento aullar. 6 am estamos todos listos para salir.

Hasta acá las condiciones y el terreno fueron bastante buenos con nosotros.

Incluso pudimos ver un muy buen amanecer sobre el glaciar.

Pero más arriba, el terreno se empezó a poner empinado, las nubes a cerrarse, soplaba más fuerte el viento y las grietas hacían más caótico al glaciar. Con esta combinación es muy importante tener una muy buena técnica de subida con los esquíes, algo que todavía no tengo. Esto, puede ser un gran problema.

Haciendo una conversión (doblando) apoyé sin querer el bastón en la fijación y se me salió un esquí. Sin darme cuenta empecé a caer cabeza abajo por el glaciar en la parte más empinada. Por suerte pude darme vuelta y frenar.

Al otro lado del valle está Zermat, un lugar lleno de historia alpina.

Y el Cervino, una de las montañas míticas del alpinismo.

A 50 metros de la cumbre nos pegamos la vuelta. La nieve estaba helada, incluso con cuchillas era difícil subir. Y el viento era muy fuerte, tanto que podía tirarte al piso.

Algo curioso, creo que las veces que más aprendí son cuando hay que pegar la vuelta estando tan cerca. Es muy tentador seguir faltando tan poco, pero no hay que dejar que las emociones nublen al criterio. Lo más lindo de esta actividad está en el camino recorrido y en lo que se aprende andando.

No me resultó fácil bajar. En el glaciar hay que tener la capacidad de poder hacer giros cortos, a veces más largos, para evitar las grietas. Hacer esto con viento, poca visibilidad y cuando está helado requiere un excelente dominio de los esquíes. Creo que esta montaña es algo que todavía está en otro nivel para mi. Un nivel que se aprende con los años de andar. No por nada la gente que viene a estos lugares tiene entre 20 y 40 años de experiencia con esquíes. Está bueno ir aprendiendo de a pasos chicos, pero creo que este fue un paso muy grande.

Al otro día en el vestuario antes de salir a la cancha. Afuera nos esperaba una tormenta importante, viento, nieve, muy poca visibilidad y riesgo de notable a fuerte. Fue un gran desafió para todos.

Gracias al excelente trabajo de los guías, quienes supieron elegir muy bien el itinerario, la técnica y el ritmo del grupo, bajamos todos sin inconvenientes. Esta gente es realmente excepcional, tiene una capacidad que me parece asombrosa. Es invaluable lo que se puede aprender andando con ellos.

Al final, mis compañeros, con quienes nos fuimos cuidando mutuamente durante el descenso, me felicitaron por como anduve. Incluso para ellos con muchos años de experiencia fue todo un desafío bajar, por momentos no te veías ni los pies, la nieve cambiaba de polvo a hielo sin poder anticiparlo. Fue una experiencia muy intensa.

Uno de los guías me dijo "Ferdinand you will be a very good one and you do an excelent work, but you have to be a perfect skier before coming to this mountains. Think about that..."

Y tenía toda la razón. Fue la mejor lección de todas.

miércoles, 11 de abril de 2012

Schwarze Wand - Into the Wild

Si tuviera que elegir un tema para acompañar este relato, sería uno de la película Into the Wild: Guarantee. Un poco así es como me sentí en esta travesía, como si estuviera adentro de algo tan grande, tan inmenso que me hace verme como algo muy pero muy chico. No es solo por lo imponente que puede ser el paisaje, sino también por lo vulnerable y frágil que soy ante la naturaleza salvaje. Hay mucho por descubrir en esto del esquí de travesía.

El día empezó a las 5:30. Desayunar, tomar el bus a Innsbruck, esperar al otro bus que va a Axamer Lizum, tomar un jugo de naranja, encontrarme con Carlos, consultar el boletín de avalanchas, cosas que hay que hacer antes de empezar.

Hoy tenemos buenas condiciones, riesgo moderado, evitar orientaciones este, sur, oeste. Durante el transcurso del día va a venir un frente de baja presión que va a desmejorar el tiempo. Para tomar buenas decisiones es necesario conocer además la orientación e inclinación del terreno. Con esta información se puede evaluar el riesgo al que nos estamos exponiendo.

Subimos a lo más alto de Axamer Lizum en tren. En el camino podemos ver algunas ráfagas de viento que nos dicen que evitemos las acumulaciones de nieve. Respetando la distancia, bajamos unos 300 m por esta ladera sur oeste (el amanecer ayuda a ver la orientación) de 35 grados.

Bajamos por una ladera que el boletín dice evitar, lo bueno es que lo hacemos temprano a la mañana, cuando todavía no recibó calor. De ahora en adelante iremos por un valle hacia el sur.

Había mucha nieve en polvo, unos 20 a 30 cm. Carlos fue adelante y abrió huella todo el camino. Aún así me costó un poco seguirle el ritmo. Es muy difícil andar a buen ritmo, evaluar el terreno y elegir un buen itinerario para subir. Cuando el esfuerzo físico es grande, pensar con claridad cuesta más, por lo que la experiencia juega un papel muy importante para elegir la ruta.

Esta foto es la que me hace acordar a Into the Wild. En esta parte del valle no encontramos ni siquiera una huella en la nieve.

Desde arriba de ve el camino que hicimos. La ladera del fondo es la que bajamos esquiando.

La rampa final tiene mucha pendiente (unos 45 a 50 grados). Por lo que nos sacamos los esquíes y subimos a esquí-traccíon (se apoyan los esquíes horizontalmente, un paso arriba y luego esquíes arriba).

Sobre el final dejamos las tablas y subimos a pie.

Al sur:

Al este:

Al norte (para volver tenemos que ir al valle verde que aparece al fondo a la izquierda):

Hora de bajar. Aca hay unos videos del descenso.

La bajada me costó más que la subida. Sentí que se me prendían fuego los muslos. Cada tanto paraba para tomar aire por unos segundos y seguir. Todavía no tengo una buena técnica en nieve en polvo. Pero mejoré desde la última vez ya que no me caí y pude bajar por tramos con bastante inclinación.

Ya fuera de las pendientes más inclinadas, podemos andar más tranquilos.

Volviendo a casa...

Llegando a la civilización. La aventura termina a eso de las 6 de la tarde.

Cuando estaba arriba, casi llegando a la cumbre, empezó a soplar algo de viento. Me puse la campera, pero sin embargo no me alcanzó, me sentía desprotegido. En esas pendientes, cargadas de nieve fue donde más frágil me sentí. Esta fue sin duda una gran aventura, antes de empezar no sabía si iba a ser capaz de hacerla. Ahora, al final, la satisfacción de arriesgarse y dar todo por un objetivo, no me refiero solo a la cumbre, sino a probarme y superarme en algo que para mi es un gran desafío, me llena de alegría.

Por suerte el camino de aprender es largo, todavía queda mucho por recorrer.

jueves, 5 de abril de 2012

Vennspitze - Las montañas y su gente

Hola, cómo estás?

Antes de empezar a leer, te sugiero que pongas está música de fondo: http://www.youtube.com/watch?v=UwTNgh9HAD4. Y si te es posible, hacete unos mates también. Yo acabo de conseguir uno y lo estoy estrenando escribiendo esta historia.

Ahora si podemos empezar.

Imaginate un lugar donde los abuelos salen a pasear y suben montañas nevadas de 2300 metros.

Donde la gente sale a hacer esquí de travesía con su perro.

Una vez, en ese lugar, al pié de la vía, me di cuenta que me había olvidado los bastones, algo fundamental para poder subir. Caminé 20 metros hasta la puerta de la primera casa y en mi mejor inglés traté de explicar que me los había olvidado. La sra. muy amablemente se dió vuelta, agarró un par que tenía en el lugar donde en Argentina colgaríamos las camperas o las llaves, me respondió en alemán y con mímicas que los deje al lado de la puerta cuando termine la travesía, porque no iba a estar por la tarde. A la vuelta se los dejé y le escribí "danke" (gracias) con almendras y pasas de uva, que era lo único que tenía para escribir.

Aca, con un par de esquíes, piernas y pulmones, podés descubrir un paisaje como este.

Y también, si querés, aprovechar para saludar a alguien, como a los amigos de Inicia en su campaña Incia para armar, donde nos recuerdan que al igual que la sociedad, a Inicia lo hacemos entre todos.

Todo en este lugar para mi es una puerta hacia un nuevo aprendizaje. Como esta pendiente donde Sophie, la sra. dueña de la casa, me enseño a hacer giros cortos, dando un pequeño salto antes de girar. No pude hacer eso sin caerme, todavía tengo que seguir practicando...

La travesía termina tomando una buena Knödel Suppe (sopa que toman los granjeros después de trabajar en el campo) junto Sophie, Rafael (hijo) y Cristian (compañero de la casa).

Sabés que es lo más difícil del esquí? Para mi es perder el miedo a caer. Cuando la pendiente es fuerte y está helada es como pararse al pié de un abismo. Lo más natural es echar el cuerpo para atrás. Sin embargo, para esquiar hay que inclinar el cuerpo hacia adelante, abrazar la gravedad y confiar en los esquíes, que ellos van a doblar. Si no les das el 100% de la confianza, entonces no doblan. Curioso, no? Pasará lo mismo con las personas?

lunes, 2 de abril de 2012

Hohe Tauern - Großer Geiger

Me siento como un músico antes de salir al escenario. Hoy vamos a intentar el Großer Geiger, un cerro que apareció hace unos días lejos en el horizonte. La ansiedad, el miedo a aventurarse en un terreno más empinado y expuesto, la expectativa de un nuevo desafío en una montaña grande se siente en el estómago.

Amanece algo nublado, el sol apenas se ve entre las nubes. A esta hora todo tiene un tono azulado.

Primero tenemos que subir unos 100 metros y luego bajar unos 300 m esquiando. La nieve parece hielo. El terreno es accidentado, con piedras, resaltes, a diferencia de una pista no es posible elegir donde doblar. Me costó mucho bajar con los esquíes. La última parte era demasiada empinada para mi nivel, así que tuve que sacármelos y ponerme los grampones.

Una vez abajo, nos quedan subir 1000 m remontando un glaciar. El acceso a este es un poco empinado, el último tramo hasta montarse encima del glaciar tiene un resalte de 45 a 50 grados. En una pendiente así es muy importante tener una buena técnica de conversión con los esquíes. Yo me di cuenta que aún no la tengo y eso, en este terreno, no es una buena combinación.

Adelante nuestro iban varios grupos de alpinistas austríacos. Es un gusto ver gente que sabe como moverse en la montaña. Suben a buen ritmo, no se retrasan en los pasos claves, trazan una huella elegante. Casi todas las personas que vi en este lugar son excelentes alpinistas.

A medida que ganábamos altura, las montañas de alrededor iban cobrando relieve. Los paisajes alpinos son de los más impactantes para mi.

En el glaciar la pendiente es más suave. Solo hay que tener cuidado de ir por la derecha para evitar la zona de grietas escondidas debajo de la nieve.

A eso de las 12 y pico llegamos al filo que conecta con el otro valle.

Todavía nos queda bajar por un terreno accidentado, remontar otro glaciar y escalar la última parte. Y volver al refugio. Estimamos que son unas 2 horas más, y quizás unas 4 para volver al refugio.

Las condiciones parecen buenas. El terreno que nos queda por delante es el más difícil de la travesía. Y el factor humano, que va de la mano del terreno, en este caso mi técnica con los esquíes, no es la ideal. No me puedo mover con la seguridad y rapidez suficiente. Esto hace que cualquier estimación sobre el tiempo sea poco certera, ya que es mi 1ra vez con esquíes en un terreno alpino como este. No sería nada bueno tener un accidente en este lugar. Además, yo soy lento bajando y Harald es lento subiendo. No somos una buena combinación como equipo.

Charlamos sobre esto con Harald. El quiere seguir, yo prefiero bajar. Al final acordamos que lo mejor es empezar a bajar. Sacamos las pieles de los esquíes y empezamos a bajar en la nieve en polvo.

Me costó mucho poder doblar con la mochila pesada. Además del equipo, tenía una cuerda de 60 m. En el resalte de acceso al glaciar no pude bajar con los esquíes, así que tuve que quitármelos y bajar destrepando con la piqueta y los grampones. Me llevó mucho tiempo cruzar esta parte, se sentía muy empinado. Así que tranquilo, paso a paso, cargando en la mochila los esquíes y concentrado en cada movimiento bajé la rampa que conectaba con el glaciar. Fue intenso, ya que en ese lugar no valía caerse, pero el riesgo era aceptable.

Esta fue mi primer gran travesía en los alpes. Pude sentir en la piel mis debilidades. Todavía me queda mucho por aprender sobre como andar con esquíes. En estos terrenos una buena técnica es tan importante como respirar. Es lo que hace la diferencia y te permite andar más rápido y más seguro gastando menos energía. Ahora tengo en bien claro en que tengo que trabajar y porqué.

Así que a seguir aprendiendo y soñando con grandes montañas. Todavía me queda un largo e incierto camino en este viaje. Lo que es seguro es que aparecerán nuevos amigos que me van a ayudar a ser un mejor alpinista.

domingo, 1 de abril de 2012

Hohe Tauern - Kürsinger Hütte

Como todos los días nos levantamos a las 6 para desayunar y salir a andar. Caminar por estos lugares cerca del amanecer es increíble. La luz del sol, la nieve y las nubes le dan un toque especial al ambiente. Es como estar en un paisaje glaciar. Es estar en un paisaje glaciar.

Seguimos andando por el fondo del valle. Y seguimos viendo el Großer Geiger.

Y cada vez lo tenemos más cerca. Esta es la 3ra vez que ando con esquíes por encima de un lago congelado, algo que no se porque me gusta mucho. Deslizarse sobre las tablas es como patinar. Sentir en un escenario cómo este el sonido de los esquíes cortando la nieve, el ritmo del movimiento, una leve pero fresca brisa en la cara, son las cosas que me hacen volver a estos lugares.

De ahí venimos:

La última parte la hacemos sobre nieve congelada. Así que ponemos las cuchillas en los esquíes y cambiamos de género musical a crujidos.

Llegando al refugio, el paisaje las montañas y los glaciares son imponentes. Fueron 4 horas de travesía, 8km y 900m en una tierra helada.