Mostrando entradas con la etiqueta Montaña. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Montaña. Mostrar todas las entradas

jueves, 13 de noviembre de 2014

Entre soñar y soltar

Este fue un invierno muy bueno para mi, ya que me pude concentrar por unos 6 meses en entrenar, esquiar y hacer algunas travesías. Ahora que la nieve se empieza a retirar de este lado del hemisferio, es momento de esperar y extrañar para volver a empezar con muchas ganas el próximo invierno. Esta distancia obligada es muy buena para reflexionar sobre lo vivido y seguir aprendiendo.

Cómo se alimenta la movitación para hacer algo así? No tengo la respuesta a esa pregunta, pero si puedo contar respecto a como fue mi caso. Para mi hay 3 estaciones clave en esto: soñar, sostener y soltar. Digo estaciones porque funciona un poco como las estaciones, donde por intervalos predomina una, pero luego se retira para que venga otra.

Sobre Sostener

(la motivación, las ganas cuando no hay ganas, seguir andando)

Para mi lo más difícil de sostener fue entrenar con disciplina (6 veces x semana) por 6 meses. Me gustaría compartir algunas acciones que quizás pueden ser útiles a otras personas:

Salir al terreno cada mes / mes y medio. Por ejemplo la 1er salida fue a fines de junio, fuimos a esquiar con unos amigos. Ahí descubrí que tenía que empezar a trabajar la parte media del cuerpo (abdomilaes y espinales). Y que el entrenamiento que venía haciendo me permitía esquiar 3 días seguidos y sentirme como nuevo al otro día. Ese feedback fue muy importante para volver a entrenar con más motivación y ajustar mi plan de entrenamiento.

Agregar desafíos de montaña, travesías soñadas, de esas que no se si volveré a repetir, pero que se que requieren dar lo mejor de mi + un montón de cosas más para concretarlas. El gran sueño de este año fue el pico Argentino del Tronador. Si bien mucha gente sube a ese pico, lo importante es que representa un gran desafío para mi y respecto a mi nivel es una gran montaña.

Visualizar una imagen que será, pero que todavía no es. Esta imagen estuvo en mi cabeza mucho tiempo, sobre todo durante los entrenamientos. Me imaginaba subiendo por esta pendiente, desde donde se ve el lado chileno de la montaña. Esta es la foto original con la que me proyectaba:

y la que terminó siendo:

Decir “no, gracias”. En 6 meses surgieron muchas oportunidades para que deje de entrenar uno o varios días. A muchas de ellas les dije que no, priorizando este sueño sobre todo lo demás.

Cuando no hay ganas, esperar un poco. A veces llegaba a casa y no tenía ganas de ir al gimnasio. Entonces me tomana un café con leche, me hacía una rica merienda y después me iba a entrenar.

Seguro a mil formas más de sostener la motivación, este fue solo una de ese abanico de posibilidades. Me pregunto, cómo haran lo demás?

martes, 11 de septiembre de 2012

Danza con cóndores

Subiendo al cerro me encontré con esta grata compañía. Siempre los había visto volando en la montaña, pero nunca me pasó de verlos tan de cerca.


A Wolf at the Door by Radiohead on Grooveshark
(música p/acompañar)


eran dos

y volaban muy cerca


en un lugar llamado "Piedra del Condor"



La última foto la saqué estando a unos pocos metros. Mientras sacaba la foto podía ver por la pantalla de la cámara los ojos del condor y su mirada.

No se porque, pero ver a estos animales volar, me corta el aliento.


Las montañas nevadas, con cóndores volando, tienen lo suyo, como un imán irresistible, imposible no volver.

domingo, 30 de octubre de 2011

Recorrer la naturaleza a pie



Es probable que estas palabras puedan pertenecer a varias personas. Se trata de la experiencia de recorrer espacios abiertos y las posibilidades que nos ofrece la naturaleza cuando decidimos acercarnos desde muy cerca. Recorrerla a pie deja pequeñas huellas, no solo en el suelo, sino también debajo de la piel.

Los espacios abiertos son realmente grandes, en muchos sentidos. La naturaleza es tan inmensa, tan amplia, que es capaz de ofrecer a cada persona una experiencia distinta.

Acá no podemos imponer nuestras reglas, si queremos llegar lejos, necesitamos aprender a adaptarnos a los ciclos del día, de la noche, del viento y de las tormentas. Ese dominio que la naturaleza ejerce sabiamente sobre todas las formas de vida, nos hace ser también parte de ella.

También necesitamos aprender a conocernos, poder mirarnos hacia adentro y ver que sentimos con cada desafío que nos propone. Para sobrevivir en entornos tan salvajes dependemos de otros, nos necesitamos, así que el grupo, o la manada, se transforma en una figura que tenemos que aprender a cuidar tanto como las plantas que riegan todos los días las abuelas. Grandes amistades y anécdotas nacen de las experiencias en zonas agrestes, de aquellas para contar a nuestros nietos.

Adaptarnos implica aceptar que somos parte de algo más grande. Los que vivimos en las grandes ciudades, corremos el riesgo de desconectarnos de nuestro ritmo natural. Recorrer la naturaleza a pie nos vuelve a lo más simple de nuestro ser.

Contemplar un atardecer, ver como la luz del sol pinta de distintos colores los relieves, es algo que nos conecta con la inmensidad que nosotros también llevamos dentro.

El azar y la belleza se saben combinar muy bien para nunca dejar de sorprendernos.

La naturaleza nos ofrece un gran terreno sobre el que podemos escribir nuestra historia. Donde podemos descubrirnos en situaciones nuevas y diferentes. Es tan mágica que sabe como estimular nuestra capacidad de asombro y disfrute.

Qué esperás para salir de casa y recorrer la naturaleza pie?

sábado, 29 de octubre de 2011

Buenas trazas

Hoy termina un muy bien viaje. Hace unos meses no me hubiese imaginado que iba a estar recorriendo los cerros del Chalten con esquíes, era algo que veía demasiado lejano para mi. Pero sin embargo, casi como sorpresa, pasó.

Cuantas emociones se sienten sobre las tablas. Las primeras noches antes de salir casi no podía dormir de la ansiedad. Me acuerdo que en uno de mis primeros viajes, cuando tenía 16 años, armé la mochila 6 meses antes salir con amigos a los refugios de Bariloche. Hoy vuelvo a sentir esa emoción y esas ganas de andar por espacios abiertos y nevados.

Recorrer las montañas con esquíes es algo que no solo deja huella en la nieve virgen, sino también debajo de la piel. Como contarle a mi gente lo que se siente? Quizás la música y las imágenes puedan ayudar:


Creo que este viaje fue posible gracias a la ayuda de varios amigos que me mostraron cosas que no sabía. Musicalmente tengo que agradecer a Leo, por enseñarme no solo a tocar la guitarra, sino también a expresarme mediante la música, lo cual no es un trabajo fácil teniendo en cuenta las limitaciones de mis dedos. Y a Jerry y Lio, por mostrarme este tema de Joe Hisaishi. Escucharlos tocar con la guitarra fue lo que me dio el impulso para intentarlo.

Y en lo que se refiere al esquí, todo empezó hace un par de años cuando hice una salida de esquí de travesía al Frey con mi compañero Luis, con quien fuimos a esquiar a uno de los lugares más increíbles del Chalten. En el camino, aparecieron otros compañeros que me enseñaron y con quienes compartí muy buenas salidas también, como Julian, Juan Pablo y en está última Ariel y Erik.

A donde me llevarán las tablas? Creo que más lejos de lo que pueda imaginar...

como dicen por ahi: buenas trazas!

domingo, 16 de octubre de 2011

Inspiración


Preparando el prox. viaje al Chalten, me encontré en el libro 3x3 avalanchas de Werner Munter, un texto de mucha inspiración:

El alpinismo en su faceta de máxima perfección no es un deporte de competición, a la imagen de nuestra sociedad de rivalidades y competitividad, es una actitud alegre, libre y lúdica, alejada de los problemas, las obligaciones y las pequeñeces de la vida cotidiana.

Practicar alpinismo como un juego significa:

Retornar a la naturaleza, simplemente a pie.
Practicar un turismo silencioso que sólo deja huellas en el suelo.
Desarrollar la personalidad hasta los límites más insospechados y dejar que se revelen nuestras capacidades adormecidas.
Buscar el camino en un entorno virgen y salvaje y encontrarlo en un desierto fascinante de hielo y roca.
Dejar que el viento acaricie el rostro, resistir al frío, al calor, y plantar cara a los más violentos temporales.
Formar parte del ritmo de los días y las noches.
Entrar en resonancia con elementos esenciales como la luz, el aire, el agua, y la tierra.
Contemplar la bóveda terrestre estrellada y perderse en la amplitud, la profundidad y el silencio de estos espacios infinitos.
Permitir que las rocas nos cuenten la historia inmemorial de nuestra tierra hasta que se abran los abismos vertiginosos del tiempo y del espacio.
En el reino hostil de los cristales y los minerales, descubrir las primicias de una vida vegetal, acercarnos a la esencia misma de la existencia de nuestro pequeño planeta frente al vacío infinito y glacial del universo.
Inspirar, dejar que penetren la tranquilidad y el silencio, soportarlos, soportar el aislamiento y dejar volar el espíritu.
Confrontar las propias fuerzas con entusiasmo a las dificultades que cada vez parecen mayores, probar el sabor picante del peligro y, acá o allá, permitir que la vida penda de un hilo de seda...

Es una palabra:

Saborear la vida en su forma genuina, asumir su intensidad y su fuerza.
Será acaso esto la felicidad?

miércoles, 24 de agosto de 2011

Natura Inmensa

Estas imágenes, junto con esta música que acaban de salir (con un poco de ayuda de Bono), son la cosecha de 4 días andando por la montaña. Las hice pensando en las personas que saben disfrutar de la inmensidad de la naturaleza.



Si hay algo que en Ushuaia es increible, es lo impactante que son sus montañas y sus paisajes nevados.

Hubo un momento de la ascensión que fue mágico. Estaba escalando en un pequeño corredor de nieve, rodeado de torres rocosas, sumergido en la inmensidad del paisaje, siendo algo más chico que una piedra en el océano, cuando mi compañero me aviso que un condor empezó a volar dando amplias vueltas arriba mio. Tenía un color gris / marron, un cuello blanco casi brillante y las alas desplegadas. Fue increíble compartir ese espacio en la montaña con ese animal. Verlo volar me sacó de la concentración de estar escalando. Clavé la piqueta para asegurarme y por un momento, dejé que el condor me mostrara lo que es moverse con elegancia por los cerros. Un vuelo y un contacto visual que no voy a olvidar.

En estos días gracias a mi compañero Juan Pablo, hice un gran trabajo de aprendizaje, tomando nuevas distinciones de las condiciones nivo-meteorológocas, del terreno y del aspecto humano del equipo. Este análisis en distintas escalas, en la planificación antes de salir, en el terreno hasta donde podemos ver, y en la pendiente justo antes de empezar a abrir huella, me llevaron a entender, que en los últimos 50 metros de escalada nos hubiésemos expuesto demasiado, dejando un poco las cosas a la suerte. Por lo que nuestra cumbre, 50 metros más baja, fue uno de los aprendizajes más valiosos para alguien que le gusta andar por montañas nevadas.

saludos!

miércoles, 20 de julio de 2011

Improvisar hasta tropezar

Tengo un amigo, que además es mi profesor de guitarra, con el que cada vez que nos juntamos me enseña no solo ejercicios de digitación y notas, sino a expresarme con la música. Esto último, es lo más lindo de todo, una de las cosas que más disfruto hacer. A pesar de las limitaciones de mis dedos, siempre hay algo que se puede contar

Esto salió de la 1ra vez que me animé a filmar bajando:

Este fue un día que recorrí el cerro con esquíes de travesía:

Cuando nos juntamos en una "clase", por lo general después cocinamos algo, comemos y seguimos charlando de música. Una vez vimos un programa de "Encuentro en el estudio", el de Gustavo Santaolalla, muy bueno!

Un día un compañero del trabajo (gracias Seba) me contó algo que vio en el del Chango Spasiuk. Hay 2 formas de tocar, sin el corazón y con este. En la primera, se sigue una estructura que se repite. En la segunda, se crean y desforman estructuras. Ahi me di cuenta que yo tocaba como la 1ra. Asi que le dije a mi profe, quiero aprender a tocar improvisando. Me enseño a desarmar las notas que conocía, a armonizar.

Recordando un día que nos calzamos los esquíes de travesía, subimos unos buenos metros al Lanin y bajamos esquiando, quise tratar de contar eso, pero con las cuerdas.


Si escuchando esto te imaginás subiendo a un cerro, con un paisaje blanco, sentís el viento, el crujir de la nieve, los momentos de tranquilidad cuando parás 5 minutos en una ascensión, contámelo, para mi es muy nuevo esto de la música y me gustaría saber.

saludos!

domingo, 27 de febrero de 2011

Cuando una pasión se contagia



Hace unas semanas anduve de viaje por el Norte con unos amigos. En la última mitad del año me sumé a sus encuentros de los sábados para compartir con ellos algunas cosas que aprendí relacionadas con andar por la montaña y el trabajo en equipo.

El resultado de estos encuentros fue un viaje de 2 semanas, diseñado por ellos, en donde tuvimos una mezcla aventura, incertidumbres, riesgos, obstáculos que despertaron en todos nosotros un montón de emociones, de esas que están apagadas en la monotonía de la ciudad.

Para mi fue una experiencia increíble poder ofrecerle a estos chicos, junto con mi equipo de coordinación, una entorno controlado donde puedan experimentar todos los sabores de la montaña. Donde puedan probarse en situaciones completamente nuevas y descubrir cosas sobre ellos mismos que desconocían.


Me acuerdo cuando estábamos subiendo a un cerro, sin visibilidad, de sus caras de duda. De cómo a pesar de no saber que les iba a proponer la montaña en los próximos 10 minutos, ellos seguían, apostaban un paso más, hacia arriba, confiando en las líneas naturales del terreno. Preocupados por cómo bajar, separaban los problemas y se concentraban en el más inmediato, cómo subir. Esas emociones propias del aprendizaje, mezcla de incertidumbre, preocupación, expectativa, se notaba en sus caras, en sus gestos, en cómo caminaban.

Lo más lindo fue, al final del viaje, hablar con ellos y escucharlos sobre cómo la habían pasado. Verlos abrir los ojos de emoción y contar con pasión las experiencias que vivieron. Lo que recibí de ellos en ese momento, fue una emoción que sentí en el pecho. Que despertó en mi algo que tenía un poco dormido, apagado. Las ganas de hacer montaña cómo cuando tenía 20 años, un impulso que hacía mucho tiempo no sentía.


gracias amigos!

lunes, 26 de julio de 2010

Refugiados: empezando por el principio

El sábado pasado junto con Nahuel y los chicos del clan de mi viejo y querido grupo scout hicimos una charla sobre refugios. Esta fue una de las cosas de las que conversamos:

Si bien hay un montón de técnicas p/construir refugios, es interesante mirar algunos principios básicos. Entender las cosas desde sus principios abre más posibilidades a la hora de resolver problemas que conocer las recetas del cómo. En una zona agreste los recursos con los que contamos son limitados, pero por otro lado, tenemos nuestra cabeza que nos sirve p/pensar, y conocer los principios nos permite ser más creativos.

Uno de los principios es entender para qué necesito un refugio. Esta es una pregunta muy interesante, porque implica hacer una lectura del escenario. Y qué tengo que mirar? Bueno básicamente que riesgos tiene el entorno para mi o mi grupo.

Para eso hicimos el ejercicio de mirar entre todos este video, para cada refugio identificar los riesgos del escenario y debatimos de qué riesgos me protege el refugio y de cuales no.



Los chicos improvisaron algunos refugios, luego Nahuel presentó un montón de técnicas p/construir refugios y volvieron a repetir el ejercicio de construir uno. La verdad que la 2da vez lo hicieron con menos materiales, más simple, en menos tiempo y lo que es importante, los protegía mejor de los riesgos que planteaba el ejercicio.

Después mostramos algunas fotos y contamos algunas experiencias:


Por ejemplo en una zona cómo esta, donde el viento empieza a soplar y las nubes a subir, podría tener los siguientes riesgos:
  • De perderme, por la disminución de la visibilidad.
  • De enfriarme, por el descenso de la temperatura y el viento.
  • De no poder cocinar, comer y tomar agua, por lo expuesto que estoy.
Si bien los riesgos se pueden prever, en este caso con orientación, equipo y comida adecuados, o evitando esta situación vamos a hacer de cuenta que ya hicimos el trabajo de prevención y estamos en el baile.

Cómo dijimos antes, tenemos recursos limitados, por lo que es importante priorizar de alguna manera los riesgos para elegir qué problemas vamos a resolver primero. Algo que ayuda a priorizar es hacer 2 distinciones importantes de un riesgo: probabilidad de ocurrencia e impacto. La probabilidad de ocurrencia tiene que ver con la probabilidad que el riesgo se materialice, es decir, que deje de ser un riesgo y pase a ser algo real. El impacto es el daño que me causaría el riesgo cuando se haga realidad. Volviendo al ejemplo:
  • De perderme, por la disminución de la visibilidad.
    Probabilidad de ocurrencia: media, ya que la zona tiene líneas naturales marcadas
    Impacto: gasto innecesario de energías y empeoramiento de la situación.
  • De enfriarme, por el descenso de la temperatura y el viento.
    Probabilidad de ocurrencia: alta, ya que el clima está empeorando, va a nevar y se está haciendo de noche.
    Impacto: El siguiente paso después del enfriamiento es la hipotermia leve y crónica en este caso, si empeora voy a perder mi capacidad de coordinación motriz y de pensar.
  • De no poder cocinar, comer y tomar agua, por lo expuesto que estoy.
    Probabilidad de ocurrencia: baja, ya que tengo algo de agua y comida que no requiere cocción en la mochila
    Impacto: No tomar agua es más grave que no comer. La falta de agua favorece el enfriamiento y la hipotermia.
Y que problemas debería resolver primero? Los de mayor impacto y probabilidad de ocurrencia, ya que esto es el arte de lo posible. Si puedo resolver todos, desde ya que es mejor. Pero es importante focalizarse para garantizar que al menos vamos a resolver las cosas más graves primero.

En este caso tuve la suerte de encontrar una piedra cómo esta, donde pude hacer un vivac para pasar la noche (fundamental el aislante p/aislarse del piso).


Al otro día, amaneció así:



y el escenario se transformó en esto, un lugar increíble p/caminar después de un buen desayuno:



Una cosa más, esto es algo dinámico, ya que el escenario y nosotros vamos cambiando a medida que pasa el tiempo, lo cual agrega un condimento más este hermoso problema de visitar zonas agrestes.

saludos!

sábado, 5 de junio de 2010

Hogwarts de socorrismo en zonas agrestes



Hace unas semanas pasé 9 días en lo que sería el Hogwarts de socorrismo en zonas agrestes ( t > 2hs a un centro de tratamiento definitivo). Con amigos de distintas partes del país y de Chile nos internamos en un camping en Colonia Suiza, Bariloche para aprender sobre primeros auxilios en zonas agrestes (http://www.ecomed.org.ar/template.asp?F=cursos/cse_wfr&ID=cse_wfr).

La verdad fue un curso intenso, había que levantarse tipo 8 p/desayunar, 9 en punto empezaban las clases hasta las 6/7 (parábamos p/comer y relajarnos un poco al mediodía). Luego cada uno usaba su tiempo como mejor prefería. Yo generalmente aprovechaba el resto del día para hacer la tarea, cenar, estudiar lo aprendido en el día, apoyar la cabeza en la almohada y desmayarme. Pero la cosa no paraba ahí, todas las noches soñe los sueños más locos con los temas del curso.

Las prácticas y simulacros que hicimos fueron lo más, me permitieron ver rápidamente en qué me equivocaba y aprender de mis errores. El nivel de los instructores fue excelente. En resumen, para mi es un curso muy recomendable para cualquiera que hace actividades al aire libre. El simulacro final fue espectacular. Los pacientes estaban maquillados y producidos de una manera muy convincente. Había fracturas expuestas, sangre, hipotermia, quemaduras, un pulmón perforado, un dedo amputado, congelaciones, etc.

El caos de la situación hizo que pareciera una película de acción. Para mi fueron 30 minutos donde no sentí frío ni cansancio, para los relojes como 5 horas nocturnas en la picada al Laguna Negra.

Siempre me sentí un incompetente en el tema 1ros auxilios. Si bien me tocaron algunos accidentes (un amigo tuvo una lesión inestable de tobillo al caerse una piedra que servía de anclaje natural, una vez hicimos un traslado de unos 10km en camilla de una chica que tenía ampollas y no podía caminar, me encontré con 2 chicos en una tormenta con enfriamiento / posible hipotermia leve, también me fracturé el peroné en una caída), la verdad que por suerte ninguno fue grave (no se comprometía la vida del paciente). Por otro lado, por practicar actividades al aire libre, sentía que tenía una cuenta pendiente por capacitarme en este aspecto.

En este curso me sentí cómo si fuese una esponja. El hecho de no saber nada de antemano me facilitó el aprendizaje, ya que no tenía ningún pre concepto.

En algunas prácticas, sobre todo en el simulacro final, me sentí por momentos paralizado. La recreación de la situación fue tan real y estaba tan compenetrado con el ejercicio, que las emociones al ver un paciente de gravedad también fueron reales. Si bien frente al pizarrón podía responder rápidamente los signos y síntomas de un problema, en el simulacro me costó pensar y resolver problemas con rapidez.

Aprendí herramientas y criterios para resolver de la mejor forma posible situaciones en el campo con recursos limitados. Es extraño, pero superar la etapa de aprendizaje me dejó una sensación agradable. Me siento contento conmigo mismo por haber hecho mi mejor esfuerzo por aprender y por ver el resultado en mi propio aprendizaje.

Por otro lado, esto es solo la punta de iceberg, ya que para ser realmente competente se requiere mucha experiencia y práctica, pues todas las situaciones de accidente son distintas y requieren capacitación e ingenio.

Espero no tener que usar nunca las cosas que aprendí. Pero si llega el momento, eso uno no lo puede elegir, me siento capaz de hacer un aporte valioso y de poder ayudar a otros.

Alguien no entendió?
Alguien no está listo?
(chiste interno)

domingo, 15 de noviembre de 2009

Bajando del Tolosa

Esta vez el viaje no salió como me imaginaba. Solo subí al campamento base, pasé 2 noches aclimatando y me bajé sin intentar subir. La razón principal es que me dio miedo subir, no me animé.

Tengo una cuenta pendiente con la montaña en altura y me parece que la voy a seguir teniendo. Estando allá y viendo la vía desde abajo, sintiendo la fatiga en la altura, el viento y pensando como será el vivac a 5000 metros después de varias horas escalando me sentí muy pero muy chico y vulnerable frente a la montaña.

Me parece que hay que estar con todas las luces, muy pila, para subir una vía de ese tipo. Y no me sentí con la confianza necesaria para hacerlo. Creo que a diferencia de otras veces, aclimaté bien, estaba bien hidratado, las condiciones de la nieve y del glaciar eran buenas, el tiempo estaba bueno, pero en mi interior no me sentía seguro.

Mas allá de esto, la pasé bien con los chicos, nos cagamos de risa. Esta actividad tiene algo que integra a las personas de manera distinta. Me acuerdo que una vez fuimos a Mar del Plata con unos compañeros de facultad de Sabri. Comimos, charlamos, la pasamos bien. Pero nunca supe cuantas veces cagan por día, ni si mean transparente, ni el momento exacto en que un topo los llama al baño (para decirlo de una manera fina). Dos días en carpa, compartiendo un espacio chico, oliendo los pedos de otros, escuchando ronquidos, con dolor de cabeza, puede ser un plan no muy llamativo. No me explico porqué las amistades que se hacen en la montaña son únicas.

En esos pocos días extrañe mucho a mi gente, mi perro y mi casa. Quizás sea hora se empezar una nueva actividad. Por ahora, creo que no voy a volver a la altura. Pensándolo bien, el esquí de travesía me gustó mucho...

sábado, 7 de noviembre de 2009

Subir una montaña desde adentro

Hoy quiero contar un poco cual es el proceso mental de subir una montaña, qué es lo que me pasa por dentro desde que nace la idea hasta que vuelvo a casa. En unos días estamos por viajar con unos amigos al Tolosa, queremos intentar la pata larga del glaciar del hombre cojo (no tiene nombre, ja!).

La idea la propuso Nacho hace unos meses y a medida que se acercaba la fecha, los planetas se fueron alineando para que podamos ir. Que emoción! vamos a escalar muy linda una vía en hielo y altura. A medida que pasan los días voy visualizando distintos momentos de la expedición.

Me imagino caminando despacio para aclimatar hasta el campamento base, seguramente al otro día la altura me va a pasar factura por el esfuerzo, pero espero poder recuperarme bien luego de un día de descanso. Este año usé un nuevo método de entrenamiento, salir a correr con mi perro todos los fines de semana, así que veré como funciona.

Hay algunos tramos de la vía que me preocupan un poco, pero desde acá no se puede hacer nada. Hay que ir, evaluar y resolver en el momento. Espero que haya nieve suficiente para poder montar el glaciar y no tener que andar haciendo malabares sobre roca descompuesta. Como dice uno de mis compañeros: ojalá la entrada al glaciar no esté peluda!

Una vez montado el glaciar la vía trascurre por pendientes fáciles, ahi me veo disfrutando mucho de la escalada, avanzando despacio pero seguro sobre hielo y nieve dura.

Luego vienen 3 largos de hielo que por momentos se ponen verticales. La verdad que escalar 70 grados en hielo con mochila no es algo que haga todos los días. En este tramo clave de la escalada me veo avanzando con mucho cuidado y concentración, muy enfocado en los movimientos, con un poco de miedo al principio, pero tomando confianza a medida que me voy familiarizando con la verticalidad del hielo. Esos pocos minutos de escalada serán tan intensos que dejarán un recuerdo inborrable, recuerdos que me hacen volver una y otra vez a la montaña.

Con el correr de las horas, iremos ganando altura y se acercará la noche. Nos esperará un vivac a 5000 metros, en donde nos puede tocar una noche clara de cielo despejado y estrellas. O un frío de 25 bajo cero que no nos dejará dormir. Los vivacs también son momentos especiales, dormir a la intemperie también es una experiencia que me deja un gusto agradable en la memoria. Me imagino en un futuro cuando nos encontremos y digamos "Te acordás del vivac en el Tolosa, cómo nos cagamos de frío! Pero que bueno que estuvo".

Al otro día una caminata por el filo sin dificultad técnica, pero llevando el cansancio de los días anteriores, nos llevará a la cumbre. Luego el interminable descenso por el mismo camino, mucho cuidado en los rapeles y el placer del descanso de dormir nuevamente en la carpa. Ganamos una nueva experiencia y la posibilidad de vivir algo con una pasión tan grande como la montaña misma.

Luego en casa, la alegría de mi perro, abrir la canilla y que salga agua caliente, son cosas que no tienen precio.

saludos!

domingo, 30 de agosto de 2009

Más fotos de montañismo invernal

Con estas fotos que me pasó Javier, queda demostrado lo mal fotógrafo que soy.

Tenemos que volver a repetirlo. Próximo objetivo: hielos continentales y quizás el corredor amy...

martes, 14 de julio de 2009

Cascadas, Matienzo y un poco de esqui


En julio del 2009 fuimos con mi amigo Javier para Mendoza. La verdad es que siempre que viajamos tenemos buena suerte con el clima, nos tocan los días más fríos del año. Salimos de Buenos Aires un miércoles a eso de las 4 am y llegamos a Puente del Inca a eso de las 6 de la tarde.

Para nuestro placer visual, estaba todo nevado y las cascadas formadas, aunque luego un escalador de potrerillos nos dijo que les faltaba hielo, otra nevada más tal vez.

Ni bien cayó el sol por sobre las montañas, la temperatura bajó rápidamente (esto sería una constante en este viaje). Dormimos sobre los durmientes del tren, bajo un cobertizo de chapa.
Nos metimos en las bolsas de dormir con bastante abrigo, pero aún así pasamos frío. Cada 1 hora o 2 nos despertábamos. Después nos enteramos que esa noche hizo 20 bajo cero.

Al amanecer, esperamos a que el sol saliera por encima de las montañas para que nos calentara un poco. Armamos el trineo con el equipo de escalada y nos fuimos para las cascadas. Esta 1ra caminata nos sirvió para practicar un poco como tirar del trineo de a uno por vez. En las cascadas el hielo estaba muy duro y costaba poner los tornillos. Escalamos un solo largo y nos pegamos la vuelta, ya que además hacía mucho frío. Esa noche dormimos en el hotel de los cazadors de montaña, muy recomendable. Antes de acostarnos preparamos equipo y comida para ir a la quebrada del Matienzo.

Al otro día fuimos para Las Cuevas y ahí empezó nuestra tirada con el trineo. Es interesante ver cómo el mecanismo de tiro, totalmente improvisado nos resultó muy útil. Voy a explicar de que
se trata, por si a alguien le sirve. El trinero en realidad no es de tiro, sino es un trineo liviano de plástico para hacer culipatín. Para acondicionarlo, lo primero que hice fue hacerle algunos agujeros en el borde para pasarle un cordín que servirá para atar la mochila y tirar.

Como línea de tiro usé un cordín de 10 metros x 4mm de escalada (320 kg resistencia aprox). Creo que el diámetro fue el indicado, ya que es un cordín de bajo peso y una resistencia acorde a su uso.

En la punta del trineo armé con un as de guía un triángulo de fuerza sin equilizar. La punta sobrante la até al trineo con un nudo corredizo simpre y algunas vueltas. Luego en la práctica
nos dimos cuenta que este simple mecanismo nos iba a servir para frenar al trineo en las bajadas, ya que el trineo tiende a deslizarce más rápido de lo que caminamos y al pasar sobre el cordín este hace de freno natural.

Cómo heramos 2 personas, a Javier se le ocurrió armar el tiro con un triángulo equilibrado que nos permitía elegir sobre el terreno si caminábamos juntos o lo hacíamos uno atrás del otro (cuando la pendiente era más fuerte). Esto también permitía aprovechar mejor el impulso de los dos en beneficio del avance del trineo.

Luego atamos cada línea de tiro a nuestros arneses de escaladas. En el caso de Javier su arnés tiene una anilla atrás. En el mio fabricamos una anilla con un pescador doble y un cordín.

Para mover el trineo hicimos de todo ya que según el tipo de nieve (polvo, dura) y la pendiente, tuvimos que probar distintas técnicas.

Para bajar:
  • Poner el trineo de cola y bajarlo controlando su avance con el cordín. Dado que la cola tiene un ángulo de 90 grados tiende a enterrarse y frenarse. Para destrabar el trineo solo hay que pisar la punta, la forma curva hace que el trineo se desentierre sin esfuerzo.
  • Poner el trineo de punta y darle un empujoncito. En pendientes suaves y abiertas era un placer ver como el trineo y la gravedad hacían todo el trabajo por nosotros.

Para subir:
  • Poner el trineo de frente a la pendiente, posicionarse uno atrás de otro y tira coordinadamente. Si no se pone el trineo de frente a la pendiente, este se da vuelta y se hace más dificil.
  • Cargar el trineo en la espalda, usando la mochila. Lo hicimos en un tramo que no había nieve. Por eso es recomendable poner la mochila con el espaldar hacia arriba, asi no se pierde tiempo en esta maniobra.

Para atravesar pendientes(esta maniobra fue la más dificil de todas, ya que el trineo se da vuelta):
  • Uno delante del trineo tira caminando por arriba de la línea de avance del trineo. El otro de atrás posiciona al trineo usando la riñonera de la mochila. El que va atras se cansa mucho.
  • Rodear la pendiente subiendo por el gradiente y luego bajando.

Luego de unas 5/6 horas de caminata y cruzado subidas, bajadas, llanos y pendientes, llegamos a la base del Matienzo. La mejor parte para avanzar es por arriba del arroyo congelado, aunque esto pone un poco a prueba los nervios. Es realmente un placer caminar sin siquiera sentir el peso del trineo.

Armamos la carpa y nos metimos rápidamente en las bolsas de dormir ya que cuando baja el sol el frio se hace presente. En este viaje se nos helaron manos y pies varias veces... Esa noche también hizo mucho frío. Dormimos con todo lo que teníamos puesto y aun asi sentimos algo de frío.

Por la mañana el termométro marcó 8 bajo cero adentro de la carpa. Esperamos a que saliera el sol para levantarnos, desayunamos, preparamos el equipo y fuimos a escalar a un corredor de nieve que estaba en el filo del Matienzo. La escalada estuvo buenísima, fueron unos 3 largos en total, la nieve por momentos estaba dura (solo se clavaban las puntas de los grampones) y por momentos te enterrabas hasta la cintura.

Para mi la escalada comenzó con algunas dudas, ya que al principio la nieve hacía ruido a seco y luego la pendiente se ponía empinada y la nieve endurecía por momentos. Calculo que serán max. 60 grados, pero no estoy seguro. En esos momentos uno se olvida del frío y del cansancio, todo lo que cuenta es ir para arriba, analizar el terreno sobre la marcha, buscar el mejor lugar para montar la siguiente reunión, estar atento a cuando se termina la cuerda, etc. Cuando se llega a la seguridad de la reunión, aparece nuevamente el frío y las dudas. Por eso la experiencia es algo invalorable, fortalece todos esos puntos débiles.

Es increible como en poco días uno pasa de estar en su casa con todas las comodidades básicas garantizadas a exponerse a situaciones donde las prioridades básicas van rotando según las circunstancias. Cuando se escala, no existe otra cosa más que la escalada. En el campamento, la prioridad es acostarse y comer antes que baje el sol. En la carpa, dentro de la bolsa de dormir, la prioridad abrigarse y descansar. Por la mañana, la prioridad es desayunar abundantemente y prepararse para el día de actividad. En la ciudad en cambio, donde uno tiene garantizadas estas necesidades básicas, las prioridades y el ritmo de vida se ven marcados por otros factores. La montaña marca un ritmo básico y simple, al que hay que saber comprender y adaptarse para pasarla bien. Despierta un juego de conocimiento y aventura, donde uno de los factores más importante e invisible a la vez es el compañerismo. Sin este, no se llega a ningún lado. Por algo forma la esencia del espíritu de la montaña. Los tiempos cambian, hoy el equipo y las técnicas de escaladas evolucionaron enormemente, pero lo escencial, cosas como la aventura, la exploración y la camaradería siguen siendo para mi la piedra anular de esta actividad.

Al otro día amaneció nublado y con algo de viento. Estábamos cansados, desarmamos el campamento, armamos el trineo y a tirar, pero esta vez para abajo. Bajamos en 2:30 horas, yo personalmente pasé un poco de frio, aunque como dije antes eso fue una constante del viaje. Bajamos hasta puente del inca, nos comimos unos panchos con jugo de naranja y dormimos en el hotel de los Cazadores para recuperar fuerzas.

El último día fue de diversión. Javier se dedicó a hacer snowboard y probar la dureza de la nieve con distintas partes del cuerpo. Yo hice lo mismo, pero con esquies.

jueves, 31 de mayo de 2007

San Bernardo en Mayo

Hoy las montañas nos recibieron con cielo abierto, sol cálido y sin viento. Pudimos apreciar en todo su esplendor este paisaje que ya vimos repetidas veces pero que no nos cansa, sino que cada vez nos gusta más.

Miro la sur del Adolfo Calle y siento duda. Será ese el canal? Parecería que no, porque no está del todo formado, la nieve lo cubre solo hasta la mitad. Sin ese puente blanco que une el sueño con el objetivo no me animo a intentarlo. Sentimientos que van y vienen al recorrer el paisaje con la mirada, mismo paisaje, nuevos sentimientos. Un nuevo sueño se guarda para anelar.

...

Hay un momento, de todos los que se tienen en este tipo de viajes, que lo lleva a uno de un mundo a otro. Se trata del momento en el cual se abandona el refugio y con él, la comodidad, para pasar al mundo de la montaña. Es un acto que puede cobrar vida en distintos escenarios, ya sea al abandonar el campamento de altura para intentar la cumbre o simplemente cruzar la puerta del refugio para pasear por los alrededores.

En nuestro caso creo que aprovechamos el desayuno para despedirnos de la comodidad. Esos minutos de tranquilidad, tomando cafe con leche al lado del hogar con las piernas estiradas fueron los que sin darnos cuenta, nos prepararon el espiritú y despertaron nuestros sueños para dar ese paso, el primer paso.

De la caminata hasta la carpa que armamos el día anterior, recuerdo el blanco movimiento del agua congelado por el frío de la noche. Y que los primeros pasos son siempre despacio, para dar tiempo al cuerpo a que poco a poco adquiera ritmo.

...

Era increible el paisaje que veíamos a medida que ganábamos altura. El cielo impecable nos dejaba ver todo, paredes y pilares de roca caían abruptamente entre corredores de nieve y acarreos. Estas formas imponentes descubren sus secretos a quien esté dispuesto a tocarlas, a lo lejos son como las apariencias que engañan, al tacto revelan tanto como lo que uno está dispuesto a ofrecer.

Después de algunas horas de andar por acarreos llegamos a la pirámide que forma la cumbre. Una escalada sencilla y muy agradable nos lleva al punto más alto. El recuerdo de un horizonte rodeado de montañas será el motor de nuevas ascenciones.

Al regreso, la monotonía del interminable acarreo se corta por el vuelo de un condor que atraviesa el valle desplegando sus alas como símbolo de libertad. Llegamos a la carpa cuando estaba oscureciendo, cansados, con dolor de cabeza pero contentos por el día que pasamos. Preparamos un te caliente y nos metimos en las bolsas de dormir.

...

Que bueno es levantarse cuando se durmió todo lo necesario, tener tiempo para descansar, desayunar tranquilo y disfrutar del calor del sol es algo que hay que aprovechar cuando hace buen tiempo. Después que descansamos, comimos y tomamos todo lo que nuestros cuerpos necesitaban y un poco más, empezamos a preparar el equipo para hacer un intento a la aguja CABA. Mientras caminábamos hacia este pilar de roca revisamos su forma buscando un lugar por donde subir. Descubrimos un espolón que parecía fácil y nos dirigimos hasta su base. Era nuy seductor subir por ahí, buenos agarres, parecía una escalada simple y divertida, los rayos del sol le había dado a la roca una sensación agradable al tacto. Pero escondía sus trampas, piedra de mala calidad, suelta, difícil de asegurar, hasta los bloques grandes se movían al hacerles un poco de fuerza. Si la piedra fuese más consistente y firme sería para mi una escalada de mucho placer, inolvidable seguramente. Pero hay riesgos que no tengo ganas de correr, asi que renuncié antes de encordarme.

Fue un día de mates y charlas sobre la vida, otros de los momentos especiales en este tipo de viajes.

...

Por la noche, ya de vuelta en el refugio nos encontramos con gente de distintos lugares del país, con distintas profesiones y vidas. Entre todas estas personas había un personaje de la montaña. Damian Redmond, lider de expedición del proyecto Argentinos al Himalaya. Un tipo humilde y abierto, fue un gusto haberlo conocido.

domingo, 29 de abril de 2007

Espejo de hielo

De Tronador

Ayer encontré un momento, una sensación, un paisaje de esos para guardar en un recuerdo y revivirlo tiempo después proyectando sueños. Era una superficie brillante como el vidrio, rodeada de un espectro azulado en la osuridad que la envolvía.

Quise mirarme en ella como si fuera un espejo, pero me di cuenta que en realidad proyectaba otras cosas. Parecía que en aquel lugar el mundo seguía otras leyes. Al contrario de lo que estaba acostumbrado a ver, todo era quietud. El silencio rompía solo en mi imaginación al ver una gota de agua caer hacía un lugar que parecía no tener fondo. Las esculturas torneadas en secreto por el hielo daban vida a una escena filmada en cámara lenta. Me encontré tranquilo, observando el espectáculo con la mirada perdida y me olvidé quien era. Descubrí que ése era el truco para hacer que los actores de esta quietud me dejaran jugar con ellos en su escena. Me atraparon como cuando estaba en el jardín de infantes y jugaba a la mancha. Yo los había tocado y ahora dejaba que me atraparan. Pero hicieron trampa, ya que me atraparon de una manera en la que no podía contar el tiempo y me di cuenta que hacía mucho no jugaba de esa forma.

De Tronador

Miré hacia arriba y descubrí, en esa superficie vidriada, distintos tonos de azul. Al principio no los pude distinguir bien, pero a medida que jugaba el juego, poco a poco me fui dando cuenta que los más claros decían donde golpear y los oscuros… los oscuros eran como el tango. En su melodía marcaban como torcer el cuerpo y hacia donde llevar los pasos. La música empezó a cobrar vida y sentí como si estuviera de la mano de mi chica, esperando con ansias entrar a la pista. El primer golpe me liberó de la mancha. El segundo me hizo recordar quien era y escuchar ese motor que ruge incansable de recorrer experiencias. De ahí en adelante éramos solamente el hielo y yo. Toda mi percepción se redujo a tratar de leer entre los tonos de azul.

Cuando salí me sentí inundado por el sol y el paisaje. Estaba agitado, pero mientras recuperaba el aliento pensaba: fue un espejo?