domingo, 15 de noviembre de 2009

Bajando del Tolosa

Esta vez el viaje no salió como me imaginaba. Solo subí al campamento base, pasé 2 noches aclimatando y me bajé sin intentar subir. La razón principal es que me dio miedo subir, no me animé.

Tengo una cuenta pendiente con la montaña en altura y me parece que la voy a seguir teniendo. Estando allá y viendo la vía desde abajo, sintiendo la fatiga en la altura, el viento y pensando como será el vivac a 5000 metros después de varias horas escalando me sentí muy pero muy chico y vulnerable frente a la montaña.

Me parece que hay que estar con todas las luces, muy pila, para subir una vía de ese tipo. Y no me sentí con la confianza necesaria para hacerlo. Creo que a diferencia de otras veces, aclimaté bien, estaba bien hidratado, las condiciones de la nieve y del glaciar eran buenas, el tiempo estaba bueno, pero en mi interior no me sentía seguro.

Mas allá de esto, la pasé bien con los chicos, nos cagamos de risa. Esta actividad tiene algo que integra a las personas de manera distinta. Me acuerdo que una vez fuimos a Mar del Plata con unos compañeros de facultad de Sabri. Comimos, charlamos, la pasamos bien. Pero nunca supe cuantas veces cagan por día, ni si mean transparente, ni el momento exacto en que un topo los llama al baño (para decirlo de una manera fina). Dos días en carpa, compartiendo un espacio chico, oliendo los pedos de otros, escuchando ronquidos, con dolor de cabeza, puede ser un plan no muy llamativo. No me explico porqué las amistades que se hacen en la montaña son únicas.

En esos pocos días extrañe mucho a mi gente, mi perro y mi casa. Quizás sea hora se empezar una nueva actividad. Por ahora, creo que no voy a volver a la altura. Pensándolo bien, el esquí de travesía me gustó mucho...

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