Hasta salir del hielo el terreno es totalmente plano y cada vez con menos nieve.
Por suerte para nosotros, la noche anterior hizo frío y la nieve estaba dura. Al salir del glaciar, hay que atravesar una morrena grande y muy accidentada. No es un lugar muy agradable para caminar, ya que hay piedras, en algunos casos muy grandes, sobre el hielo en pendiente que se mueven con solo tocarlas.
Saliendo de la morrena hay unos bloques de hielo gigantes, grandes como una casa en algunos casos, que están completamente descolgados del paisaje. Esos bloques llegan ahí porque durante el deshielo se forma una laguna en diques naturales y se forman desprendimientos del glaciar sobre la laguna. Cuando el agua rebalsa, estos se vacían y los bloques de hielo que estaban flotando, tocan el suelo.
De ahí en adelante el camino va por piedras, pasando por la laguna de los esquíes, donde vimos unos patos, hasta la laguna Toro. En este lugar tomamos contacto con las primeras señales de vegetación, musgo verde y algunas flores.
En total fueron 5 horas que recompensamos con una picada. Después de comer, subimos unos 300 metros hasta el Paso del Viento y comenzamos la eterna bajada por la ladera de acarreo del cerro Huemul. Luego cruzamos el glaciar Túnel, la tirolesa del río Tunel, una pequeña trepadita, un destrepe que asusta más de lo que parece, rodeamos el lago Túnel y llegamos al campamento después de 4 horas.
Durante el camino nos cruzamos con Facundo, que trabaja como coordinador de turismo en el Chalten y nos convidó unos mates mientras preparábamos el campamento.
Esa noche me sentía contento y cansado. Contento por haber finalizado las dificultades de la travesía, por mi rendimiento, por la experiencia. Creo que al sentirme en un lugar seguro, me relajé y sentí todo el cansancio de los días acumulados.
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