Por la mañana y durante todo el recorrido, tuvimos nubes negras y amenazadoras desde el norte que venían hacia donde estábamos.
Durante este trayecto, traté de mantener el ritmo que llevábamos para llegar antes al campamento, a pesar de que la nieve blanda me invitaba a frenar con cada paso. Sentía las piernas cansadas, pero sin embargo, me esforcé a fondo. Luego de caminar 1 hora, caminamos 2, 3 y 4 hasta que con un poco de lluvia y viento llegamos a la morrena y armamos la carpa.
Mientras caminaba, solo miraba mis pasos, me concentraba en mis pasos para olvidarme del esfuerzo. El sol con las nubes creaban formas extrañas en el hielo. Por momentos veía como si se levantaran paredes de nieve a los costados. Yo sabía que no estaban, porque estábamos en un lugar totalmente plano en varios kilómetros a la redonda. Así que cada tanto, levantaba la cabeza al horizonte para volver a la realidad. Este efecto visual, se producía en el rabillo del ojo y creo que se debe al hecho de caminar con la cabeza baja mirando siempre lo mismo.
Al llegar a la morrena, buscamos y preparamos un lugar para armar la carpa. Tuvimos que quitar las piedras grandes, picar un poco el hielo para nivelar el suelo, construir un muro de piedras para el viento y finalmente armar la carpa. Por suerte toda esta actividad nos ayudaba a mantenernos en movimiento y no sentir frío. En total nos llevó 1 hora y media armar la carpa.
Cuando finalmente me metí dentro de la bolsa, dormí una siesta recuperadora. Mientras tanto Luis salió y entró varias veces a la carpa, pero yo ni me enteré.
Por la tarde el cielo se despejó y pudimos ver a impresionante cara oeste del Torre, todas las agujas y glaciares circundantes. No le queda chico a este lugar el nombre de "Circo de los Altares".
1 comentario:
Lo que es un buen puesto. Me encanta la lectura de estos tipos o artículos. Puedo? Esperar a ver lo que otros tienen que decir.
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